Era 2017, un año después del impeachment de Dilma Rousseff, cuando el Congreso Nacional de Brasil recibió el proyecto de ley que permitiría la adhesión de Bolivia al Mercosur. Tres años antes, parlamentarios de los otros países del grupo —Argentina, Paraguay y Uruguay— ya habían concretado la votación.
Sin embargo, las tensiones políticas, la pandemia y el relegamiento del bloque retrasaron el proceso.
Sólo faltaba Brasil. Pero en los últimos seis años, el escenario no ha facilitado las cosas y las discusiones han quedado en segundo plano. Además de los problemas internos, el economista y profesor de la Univesidad Pontífica Católica de Goiás, Sérgio Duarte de Castro, declaró a Sputnik que la legislación brasileña es más compleja que la de sus vecinos en este asunto.
“Tardamos mucho más hasta enviar [el proyecto de ley] al Congreso. Hay todo un proceso interno, con la necesidad de opiniones, la participación de varios órganos, por lo que Brasil sólo presentó la solicitud en 2017, cuando la entrada de Bolivia ya había sido aprobada por los demás países”, aclara.
Luego vino la elección del expresidente Jair Bolsonaro en 2018, quien ya expresó en su campaña la idea de relegar el Mercosur en favor de estrechar lazos con Estados Unidos, en aquel momento liderado por Donald Trump.
“Tuvimos un Gobierno que no comprendía la importancia del Mercosur para el país y para el continente. Bolsonaro incluso consideraba retirar a Brasil del bloque en 2020. Así que todo esto contribuyó a retrasar la discusión, para que no prosperara en el Congreso”, añade.
Otro problema, según el experto, fue la historia política y económica de Bolivia, que desde 2006 había sido gobernada por la izquierda, con la excepción de un breve período entre 2019 y 2020, cuando los militares pidieron la detención del entonces presidente Evo Morales y, como consecuencia, tuvo que renunciar e incluso abandonar el país, mientras Jeanine Áñez se autoproclamaba como jefa del poder ejecutivo.
“Todo esto en un momento de profunda brecha política en el país, especialmente en el Gobierno de Bolsonaro, que terminó dificultando la evolución de esta discusión. Ahora, creo que [la tradición de gobiernos de izquierda] está perdiendo relevancia, aunque tengamos oposición de parlamentarios claramente comprometidos con la derecha más radical en el Congreso. Pero, en general, creo que eso no debe impedir la aprobación”, afirma Castro.
Tras el tercer mandato del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, el Mercosur ha vuelto a ser uno de los ejes de la política exterior de Brasil,que busca recuperar su protagonismo en el bloque. Uno de los efectos de este cambio ya se percibe en el Congreso: en septiembre se creó el grupo parlamentario Brasil-Bolivia, uno de cuyos objetivos es ayudar a concretar la entrada del país en el grupo.
Para el economista Sérgio Duarte de Castro, la aprobación debería producirse como muy tarde el año que viene.
“Sabemos que el Congreso se enfrenta a una serie de problemas, sigue muy fraccionado y tiene varias agendas importantes en discusión en este momento. Así que es difícil decir si el ingreso de Bolivia será aprobado en 2023. Pero si no es este año, probablemente el año que viene se sellará el acuerdo”, expone.
Las propias cifras del Mercosur muestran que el bloque tiene una población de casi 300 millones de personas, 50 proyectos de cooperación internacional y es la quinta economía del mundo.
Factores que interfirieron negativamente
El presidente del grupo parlamentario, el senador Chico Rodrigues, aseguró a Sputnik que el establecimiento de la estructura facilitará el proceso de discusión, prácticamente estancado desde 2017.
“Personalmente, como presidente del grupo, estoy trabajando mucho con la cancillería, con todo el grupo de senadores que también entienden la importancia de la adhesión de Bolivia al Mercosur. Algunos factores, que no necesito mencionar, han interferido negativamente [en el pasado]”, argumenta.
Para el senador, la entrada de Bolivia es fundamental para aproximar aún más las relaciones económicas con Brasil, que es también su mayor socio económico. Además de compartir casi 3.500 kilómetros de frontera, cerca del 30% del gas natural consumido en territorio brasileño proviene del país vecino, que tiene casi 12 millones de habitantes y un PIB de 41.030 millones de dólares.
“Entendemos que la creación del grupo parlamentario aproxima [a los dos países] a través de nuestra diplomacia”, señala.
Cuidado con el ‘efecto de Venezuela’
El analista internacional Vladimir Feijó, profesor de la Escuela Arnaldo Janssen, señaló que Brasil también está preocupado por no repetir el problema que ocurrió con Venezuela. En 2012, se concretó el ingreso del país al bloque bajo el Gobierno de Hugo Chávez. Sin embargo, poco después, la falta de aportes financieros llevó a que los venezolanos fueran suspendidos.
“Una de las razones de la reticencia de la parte brasileña fue la falta de compromiso del Gobierno boliviano de cumplir íntegramente todas las cláusulas del tratado clave del Mercosur”, explicó a Sputnik.
A pesar de tener un mercado pequeño en comparación con otros países, en opinión del doctor en derecho internacional, Bolivia puede aportar una serie de beneficios al bloque.
“Mirando el arancel externo promedio de Bolivia, de hecho es más bajo que el TEC [impuesto a la importación que cobran los países del Mercosur a las importaciones de países fuera del bloque] negociado, pero esto es una elección de Bolivia, se adhiera o no, necesariamente tendría que subir sus aranceles o contribuir a obligar a los países del Mercosur a bajar sus tasas”, indica.
Además, el experto ve al país como un importante proveedor de hidrocarburos, como el gas natural, que ayuda a contribuir a la estabilidad de precios.
“Sería un socio aún más prioritario para países como Brasil y Argentina y tendría una línea de negociación abierta”, subraya.
Para Bolivia, existe la posibilidad de participar en un gran bloque comercial internacional, así como un mayor compromiso con la estabilidad política, cerca de las elecciones, el actual presidente, Luis Arce, está viendo cómo se desvanecen sus apoyos por las denuncias de corrupción y los problemas en la economía. El socialista ha perdido incluso el apoyo de Evo Morales, de quien se espera que intente volver al poder.
Crecimiento superior a la media latinoamericana
Según el economista Sérgio Duarte de Castro, antes de la pandemia Bolivia ya destacaba por su continuo crecimiento anual del PIB, superior al 4,5%, lo que también se tradujo en una reducción de la pobreza por debajo del 40% por primera vez en la historia.
“Recientemente se ha producido una rebaja en estas previsiones debido a la crisis monetaria del país, pero sigue estando por encima de la media de América Latina, que prevé un crecimiento del 1,6% en 2023. El Banco Mundial espera que el país crezca un 2,7%, mientras que el FMI [Fondo Monetario Internacional] anticipa un 1,8%”.
En cuanto al dinamismo económico que caracteriza al país en los últimos años, el experto augura que continuará. Como ejemplo, cita la mayor reserva de litio del mundo, un mineral estratégico para la producción de vehículos eléctricos y que se encuentra en Bolivia.
“Este también es un tema de interés para la región y, para Brasil en particular, es una oportunidad de inversión y participación en la exploración […] Acaba de lanzar un importante programa de política industrial, que también representa oportunidades de inversión para las empresas brasileñas en ese país”, asegura.
Por último, Castro menciona un desafío para los próximos años: el agotamiento de las reservas de gas natural, con la posibilidad de que se suspendan las exportaciones a medio plazo.
“Pero hay un gran potencial de reservas aún por explorar. Y Petrobras tiene la tecnología y las posibilidades para contribuir a esta exploración. Brasil está interesado en esta exploración por la infraestructura ya establecida con el gasoducto [Brasil-Bolivia]”, concluye.
Fuente: Sputnik